Entre maderas y barnices tendrá que trabajar con numerosas faltas de medidas de seguridad
laSexta estrenó el pasado jueves, 27 de mayo, una nueva temporada de ‘El Jefe Infiltrado’. Desde la restauración, al alquiler de vehículos, pasando por la industria textil, la peluquería, perfumería, empresas de mobiliario y hasta un grande de la ferretería; cada semana un jefe se infiltrará en su propia empresa bajo una falsa identidad.
Esta semana en su octava entrega, la protagonista es Inés Arrillaga, la joven heredera de Lufe, una empresa que logró superar tiempos de crisis gracias a la compra online, sus maderas de calidad procedentes de los bosques guipuzcoanos y a sus precios asequibles. Bajo la falsa identidad de Amaia, una estudiante que está haciendo una tesis y grabando un falso documental, verá la producción de su empresa caer por los suelos y volar por los aires sin la más mínima seguridad, comprobará que sacarse el carnet del toro elevador no es cosa fácil, y conocerá historias ante las que no podrá contener su emoción.
De este modo, pasará por el aserradero donde se preparan las maderas antes de llevarlas al taller. Empezará desde lo más básico: clasificar maderas o la moldura. Decidirá infiltrarse también en un departamento que no controla mucho y quiere aprovechar para conocerlo de primera mano: el barnizado. Allí conoce a dos hermanos con un sistema de carga de la furgoneta muy poco sofisticado, que trabajan mano a mano y comprueba la gran dureza de un trabajo monótono pero que requiere de mucha resistencia física.
Y como es una empresa familiar y la cosa va de hermanos, también pasará por el embalaje y la preparación de pedidos para conocer a dos hermanos marroquíes que trabajan allí y que han tenido una vida muy dura. La jefa infiltrada comprobará que a pesar de su crecimiento, el carácter y los valores con los que su padre fundó la empresa siguen intactos.